Que el Presidente de Extremadura José Antonio Monago, y
Carlos Muñoz, Diputado y Secretario General del partido Popular en Teruel viajaran
reiteradamente a Canarias a visitar a la misma amiga -Olga María Henao- no tiene nada de malo, aunque
sí tiene mucho de malo que ambos pagaran los viajes para visitar a esta gran
mujer con el dinero de todos los españoles, un dinero que a la mayoría nos
cuesta mucho ganar y que muchos otros ni siquiera tienen para hacer la compra
en el Mercadona o en Día.
Si ambos coincidían en su afecto y determinación por
fortalecer esta bella amistad con la amiga Canaria y en el hecho de endosar el
coste de los viajes a todos los que pagamos nuestros impuestos, después que
saltara el escándalo la reacción de ambos servidores públicos caraduras ha sido
muy diferente:
Carlos Muñoz se va y se va del todo, porque saborea algo muy amargo:
que su vida privada sea tema de conversación en los bares, en la prensa y en twitter.
Monago, por su parte, ofreció una “Rueda de amenaza en forma
de simulación de rueda de prensa”, y dijo que emprenderá acciones legales contra
todo aquél que ponga en duda la finalidad política de sus 32 viajes a Canarias,
viajes de trabajo que "su espalda" recuerda muy bien aunque él no se acuerda de qué actividades desempeñó. Al margen de las amenazas, y de demostrar que tiene más cara que espalda-, no pudo ofrecer una sola prueba de las actividades que desempeñó al servicio de
los ciudadanos en esos viajes.
Sin embargo, ahora Monago nos ofrece devolver hasta el
último céntimo de esos viajes, y le preguntamos, ¿Por qué debe devolver el
dinero si todos los viajes fueron para trabajar y desempeñar las funciones de
Senador que les fueron atribuidas en Canarias? ¡Ay Monago, que te lías!
Los ciudadanos no necesitamos escuchar las disculpas de los
adúlteros a sus hijos y esposas, ni las amenazas de los presuntos corruptos. Nos
da lo mismo “que se hagan un Bill Clinton” o que se la piquen con una piedra. Estamos
hartos de esta casta política absurda e indigna empeñada en que paguemos -los
demás- sus puros, sus putas, sus Jaguares, sus confetis, sus bolsos de Carolina
Herrera y sus viajes.
Si quieren guardar el derecho a la vida privada, que se
paguen sus juergas, bolsos, putas, viajes para ver a sus amistades y joyas con
su dinero; si lo pagan de su bolsillo o cartera, a los ciudadanos no nos
importará en absoluto ni con quién se acuestan ni con quién se levantan. Tampoco
necesitarán amenazarnos con acciones legales ridículas por violar su derecho al
honor, un honor que brilla por su ausencia cuando roban a los ciudadanos.
En el exacto momento en que paguéis esos devaneos amorosos,
objetos, viajes y confetis con el dinero de nuestros impuestos, vuestra vida
deja de ser privada, porque nos estáis robando.
DIMITAN, DEVUÉLVANLO TODO, ¡Y SIGAN CHINGANDO CON QUIEN OS
DE LA GANA!
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