Lo que está
sucediendo era bastante previsible: un capitalismo con igualdad de oportunidades,
con un sistema sanitario universal, educación pública de calidad para todos y
pensiones garantizadas era tan anómalo como un comunismo con latifundios. Este “desorden”
social tarde o temprano tenía que ser corregido, porque era “capitalistamente
inviable”.
Sucede que
muchas veces el pueblo se rebela, exige derechos y los
consigue, -no sin dejar muchas víctimas en el camino-, pero si el pueblo no está vigilante y se deja llevar por la corriente todo
vuelve a su lugar, y exactamente eso es lo que está pasando. Confiamos en el
bálsamo democrático para contener la epidemia de la desigualdad social y
entregamos a políticos corruptos el mando del sistema y los políticos corruptos le pasaron el testigo a banqueros todavía más corruptos, a las entidades financieras que condenan a millones de seres humanos a la más abyecta pobreza, en fin, "a los mercados"... y he aquí lo que tenemos:
salarios miseria, desempleo, un sistema de salud si te lo puedes permitir y una
educación de calidad si te la puedes pagar.
Los
políticos jamás llamarán a las cosas por su nombre; si dijeran la verdad no
tendrían un escaño ‘bienpagao’ y aderezado con ‘dietas de alojamiento’ que triplican
el salario mínimo interprofesional considerado suficiente para cualquier
ciudadano-miseria. La suma de sus retribuciones ‘quitan el sentío’. Si dijeran
la verdad tampoco podrían colocar a sus allegados en las “consejerías” y “asesorías”
que les vienen como anillo al dedo, al margen de su experiencia laboral y curriculum. Si
dijeran la verdad tendrían “abstenciones absolutas” en vez de las mayorías
absolutas que el permiten campar a sus anchas.
Las explicaciones
que estos profesionales de la mentira nos ofrecen para esta reordenación del sistema
eufemísticamente llamada “crisis” son tan vagas como insultantes para cualquier
mente mínimamente ilustrada; su desparpajo les lleva a reírse y a echar chascarrillos
mientras condenan a una parte de la población a la miseria, al desempleo y a la
indignidad, y lo más triste es que lo hacen porque se lo hemos permitido. Como dijo la diputada brasileña Cidinha Campos, “cuanto más corruptos, más simpáticos y más les votamos”. Amparados en el voto que cada 4 años les damos, pueden estafarnos, saquearnos y quitarnos "democráticamente" los derechos adquiridos .
Pues
bien, a todos esos que piensan que esto que llaman "crisis" es algo circunstancial, me permito
decirles que no, que es una nueva "mentira oficial". Se está reiniciando el sistema en modo “capitalismo puro y
duro”. El capitalismo en un sistema que está basado en la desigualdad y que se
alimenta de la desigualdad y por lo visto no piensa suicidarse ofreciendo becas
a niños desfavorecidos ni atención sanitaria a los menesterosos. Marx no era un
bolchevique y cuando escribió el Capital no estaba pensando en Cuba ni en la
Unión soviética, sencillamente estaba explicando la lógica de la acumulación y
de cómo alguien llega a estar en al lista de “los más ricos del mundo” de la
revista Forbes.
Bajo la
anestesia democrática olvidamos el concepto de “clase” y nos inyectaron el
virus del consumismo, de modo que pasamos de tener “conciencia de clase” a tener
“conciencia de consumidores”. Le expedimos un acta de defunción a la “clase
trabajadora” y nos transformamos en “clase consumista a crédito”… y de aquellas
enajenaciones nos llega este “estado de malestar”.
Sólo
una nueva revolución social y verdaderamente ilustrada podrá revertir este reordenamiento
del sistema, siempre y cuando seamos capaces de actuar antes de que sea demasiado
tarde.
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