Conmovida
por la dignidad con la que los ciudadanos griegos salieron a la calle a manifestar su rabia
contra los dramáticos recortes sociales, sentí un gran pesar viendo cómo un
país con tanta riqueza cultural, cuyos filósofos nos enseñaron muchos de los conceptos que ahora sentimos
como nuestros, caía en la más absoluta ruina. No tendría palabras para
describir lo que sentía cuando veía en el telediario a los ciudadanos griegos inmersos en una
batalla campal cuerpo a cuerpo contra las fuerzas policiales que intentaban
impedirles el acceso a la plaza Sintagma, exigiendo justicia y dignidad.
Meses
más tarde compruebo que Grecia ha desaparecido de las portadas de los diarios y
ni siquiera dentro, al final de una página, nos comentan algo sobre cómo siguen
viviendo aquellos ciudadanos griegos. También Grecia desapareció repentinamente de todos los telediarios. ¿Consiguieron algo los ciudadanos griegos indignados después de tanto
sufrimiento y tantas manifestaciones?
Ya nos ha explicado el filósofo Zygmunt Bauman que vivimos en una "modernidad líquida" y por tanto la "memoria líquida" sería una metáfora también de la fluidez y de la precariedad de las relaciones y vínculos; con eso ya contamos, pero tampoco podemos conformarnos con tener la memoria de los peces.
Ya nos ha explicado el filósofo Zygmunt Bauman que vivimos en una "modernidad líquida" y por tanto la "memoria líquida" sería una metáfora también de la fluidez y de la precariedad de las relaciones y vínculos; con eso ya contamos, pero tampoco podemos conformarnos con tener la memoria de los peces.
Tristemente,
cada día la prensa y la televisión nos tienen preparada una agenta de “actualidad”
que deja de serlo en cuanto aparece otro tema que pueda darles mayores audiencias
o más ventas. Los medios deciden qué es importante y cuándo deja de serlo y
nosotros deberíamos negarnos a admitir que sean los medios quienes nos impongan sus
agendas interesadas.
No
debemos olvidarnos de Grecia, ni de Portugal, ni de Somalia, ni de ningún tema
que siga sin solución y sin haber obtenido la justicia que reclama.
No hay
nada más triste que morir de olvido.
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