Señora
Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid,
Le
dedico nuevamente un post, a propósito del debate o más bien -el “combate”- que
mantiene usted con los profesores de la enseñanza pública. Esta actitud poco
conciliadora y beligerante refleja –en mi opinión-, el nefasto efecto que
producen las mayorías absolutas en los gobernantes. También es el corolario de
un “proceso de privatización progresiva” de los servicios públicos, que esta vez ha tocado de lleno a la enseñanza.
Este
proceso de “privatización progresiva de los servicios públicos” sigue una
lógica muy clara:
- Se produce de forma progresiva el abandono de los servicios públicos, recortando al máximo los recursos que pueden hacer viable un servicio público de calidad.
- Se promueve la idea de que sólo desde una gestión privada se puede conseguir una gestión eficiente.
- Se otorgan subvenciones a las instituciones privadas para que ofrezcan servicios de calidad.
- Se promueve la idea de que los públicos son un lastre para las arcas del estado y se procede a hacer una “gestión privada” de “lo público”, para alcanzar la buena gestión de los mismos.
- Decadencia y degradación efectiva de los servicios públicos.
Este proceso
sigue un concepto muy conocido, de Robert k.Merton: la profecía que se autocumple.
Como le
referí en el primer post, sus palabras no pudieron haber sido más
desafortunadas, cuando manifestó que los profesores trabajaban “muchas horas menos”
que el resto de los madrileños; es
verdad que rectificó usted, también de forma pública, pero esa rectificación no
fue el anticipo de un giro en su relación con el colectivo de profesores afectados
por sus “recortes en educación”. Todo lo contrario, a partir de esa “rectificación”
usted continúa en una posición de poder, anti-dialogante e irreflexiva con
relación a las demandas de los profesores, usando como respaldo la mayoría
absoluta que los madrileños muy recientemente le dispensaron.
Pero no
todo es mayoría absoluta, señora presidenta. Hay criterios de justicia, de decencia
y de ética más allá de los escaños. Usted no puede someter a los profesores de
la enseñanza pública a un proceso permanente de descrédito y ninguneo, porque
eso no es política, eso un agravio moral, de consecuencias que usted
seguramente no ha calculado.
Si usted
afirma que “no se han hecho recortes en educación”, y ha dejado de contratar a
3000 profesores en este curso académico, ¿Cómo debemos calificarlo? ¿Fueron contratados
innecesariamente antes? ¿Sobran ahora? ¿Nunca hicieron falta?
Es cierto
que estamos atravesando una crisis económica sin precedentes, y que hace falta
hacer recortes, y ya lo estamos sufriendo los ciudadanos, pero comienza usted
recortando lo esencial, y de malas maneras, pudiendo recortar otras partidas
que suponen gastos millonarios. Le doy solo dos ejemplos: Publicidad y Televisión
Autonómica.
Señora
Aguirre, Telemadrid no es una televisión
pública ni presta servicio público alguno. Telemadrid es una agencia privada de
su gobierno, desde la cual usted hace propaganda de su partido y de los ideales
que usted defiende. Es una televisión partidista, donde la indecencia, la
parcialidad en la información que se ofrece a los ciudadanos y la falta de ética
profesional campas a sus anchas. Este “esperpento de masas”, que es Telemadrid,
acumulaba en junio de 2011 una deuda de 229 millones de euros.
Otra
partida muy interesante para “recortar” lo que usted necesita para cumplir el
requisito de déficit, es la publicidad. Ya sabemos que “Madrid es la suma de
todos”; los gastos de publicidad que
usted incluye en las partidas de “PROMOCIÓN ECONÓMICA, CULTURAL Y EDUCATIVA”,
en cada una de las áreas de gobierno, suman, desde que comenzó la crisis 620
millones de euros, y para este año están destinados a ese fin 111 millones de
euros. Las áreas más beneficiadas serán “cultura” y “deportes” (El País,
4/9/2011).
Solo
recortando estas dos “partidas”, obtendría un ahorro importante, y en lo
referido a Telemadrid, además, sería un alivio dejar de financiar a un medio
que deshonra lo que entendemos por “servicio público”.
Por
último, le digo algo más. Los profesores no están disgustados por tener que trabajar
dos horas más, eso es falso y usted lo sabe. Los profesores están preocupados
por los efectos que tendrá en la educación pública la falta de 3000 docentes,
que eran y seguirán siendo necesarios para llevar la educación pública el nivel
de excelencia que necesitamos. El trabajo del profesor es un “trabajo vocacional”,
lo cual implica un plus que no aparece en ninguna nómina: amor y dedicación. Ningún
profesor decidió estudiar magisterio ni pedagogía “para forrarse”, como declaró
hace años en un ataque de sinceridad su colega Eduardo Zaplana; el sueldo del
profesor no paga ese “plus” que todo profesor tiene que dar a sus estudiantes,
la dedicación para atender a cada niño de forma especial, intentar que todos
los estudiantes progresen desarrollando al máximo sus capacidades, el desvelo
por aquellos estudiantes con necesidades especiales y a los cuales dedican
horas “extras” que jamás verán recompensadas económicamente.
A este
colectivo de profesionales de la enseñanza, ha decidido usted enfrentarse con
todas sus armas y con la posición más inflexible. Su consejera de Educación,
Lucía Figar, es la comandanta en jefa del despropósito verbal. Dimita de forma
fulminante a esta “pirómana social”, porque cada declaración al respecto
es un cóctel molotov para incendiar todavía más los ánimos. Lucía Figar no tiene
“habilidades sociales” para tratar con una cuestión tan importante y delicada
como la educación. Dimita a esta consejera; es el mejor consejo que puedo
darle.
Cambie
su actitud y cambie su lista de prioridades. No se aproveche del tópico casposo
y desfasado hacia los funcionarios públicos –que trabajan poco y ganan mucho-, para malmeter contra los profesores. La
ciudadanía ya no se deja manipular. Dialogue;
tener mayoría absoluta no es óbice para dialogar y modificar su postura si es
necesario.
Cambie
su percepción de la educación pública y trabaje para lograr la excelencia en la
educación; así no tendremos que ver cómo se autocumple la profecía de la
decadencia de la escuela pública.
Siga
leyendo mi blog, porque sus consejeros y asesores no se atreverán a decirle lo
que yo le digo y –aunque no le he votado-, usted es también mi presidenta y es
mi deber decirle que se ha equivocado y exhortarle para que rectifique.
P.D.: Me encantaría conocer tu opinión sobre este post. Si quieres y puedes déjame tu comentario. Saludos.
Pues que quieres que te diga... que escribes que da gusto leerte y que tienes toda la razón del mundo. Muy bien dicho todo!! Un saludo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias y disculpa que no haya respondido a tiempo tu comentario. Gracias por leeer y comentar el blog. Un saludo:-)
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