Si el origen del el término “populismo” parecía estar ancorado en Latinoamérica
y se le espetaba despectivamente a cualquier político de aquella región que
prometiera algo a los pobres en campaña electoral, Monago, conocido en las barras de algunos bares como “el
reincidente” por su obsesión con viajar desde Extremadura a Canarias cada 15
días para ayudar a su partido (de cuyo nombre, siglas y color no quiere acordarse hasta después de las elecciones) y fortalecer la relación política entre ambas comunidades (de paso veía a su ex novia si pasaba por la sede del partido) está dispuesto a competir y desbancar a los políticos
populistas Latinoamericanos más distinguidos.
Después de probar con el jogging vestido de colores
fosforescentes y convertirse en un rabioso amante del rap, no quiere
desaprovechar los votos que el discurso populista pueda darle, porque todo vale
cuando las nuevas fuerzas políticas te echan el aliento en el cogote.
Como si de una revelación profética se tratara, Monago, a un
mes de las elecciones, descubre que las mujeres extremeñas sufrieron mucho
durante el franquismo y que por ello deberían recibir una reparación histórica.
Ha estimado en 300€ anuales este resarcimiento y serán destinatarias de este agasajo
monaguiano las mujeres extremeñas que tengan más de 75 años y estén allí empadronadas.
La aritmética de este nuevo populismo europeo “by Monago” es perfecta: a la suma de todas mujeres mayores de 75 años
empadronadas en Extremadura se le resta las que ganan más de 10.000€ anuales. A la
cantidad resultante, 35.000 mujeres, se le adjudican 300€ por cabeza y de por vida y ofrece como resultado 35.000
potenciales votos a su candidatura. Si a este dato le aplica el logaritmo de
esperanza de muerte sale la fecha de caducidad de la promesa populista: aproximadamente 8
años = 2 legislaturas.
De esta forma el
sufrimiento de las mujeres extremeñas durante el franquismo se transforma potencialmente en 2 legislaturas donde al menos 35.000 votos están desposados con el político que tuvo tan brillante y noble idea.
Con este gesto Monago se ha ganado una silla en la Real Academia
de Políticos Populistas, y apunta maneras.
Yo creía que estas ingeniosas promesas populistas de última hora eran cosa de
allende el mar y que aquí en España el populismo estaba muy mal visto... Pero está claro que en todas
partes cuecen promesas para los más pobres.
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