La
ecuación que usa el gobierno para evaluar el impacto de las manifestaciones y contar manifestantes es más simple que el mecanismo de un botijo: se restan los manifestantes al número total de
habitantes en España, de modo que siempre, por muy numerosas que sean las manifestaciones,
para el gobierno serán un “rotundo fracaso”. Y es que el gobierno de Rajoy,
cegado por su mayoría absoluta no mira en escala de grises, ni mucho menos en
colores y concluye: "quien no está en la calle, aprueba mis recortes".
Pues ¡NO!.
Mucha gente no está en la calle por muchos motivos: quizás han perdido la
esperanza en que las manifestaciones puedan cambiar la política de liquidación
del estado de bienestar, quizás están
desmoralizados por llevar meses o años buscando un empleo, quizás no pueden
permitirse perder los 80 o 100 euros del día de huelga, o quizás,
sencillamente, dejaron de luchar.
Podría
añadir muchos otros motivos, incluyendo
que muchos puedan no ir porque consideran justos y necesarios estos recortes,
pero ninguna mayoría absoluta autoriza a un gobierno a ignorar, ningunear y
menoscabar a decenas de miles de ciudadanos que salen a las calles a pedir
justicia, ignorar a una generación de estudiantes que sigue estudiando a pesar deber
que no hay prácticamente ninguna posibilidad de aspirar a un empleo digno;
ignorar a padres y madres que salen a defender una educación pública para sus
hijos, porque ellos quizás no pudieron estudiar y saben que solo una educación
pública puede garantizar este derecho es muy desmoralizante. ¡Demasiados hay! diría yo...
El
gobierno de Rajoy se regodea en la inflexibilidad
y actúa exactamente igual a una dictadura, pero avalado por los votos de un 30%
de la población, que por ventura de la Ley electoral se transforman en "Mayoría
absoluta". Y es que aunque muchos parece que no lo saben, las dictaduras no están constantemente amenazando a los ciudadanos,
ni pegándoles ni encarcelándoles; incluso hay dictaduras votadas por sufragio
universal. Lo que diferencia a una democracia de una dictadura es el respeto
por “los otros”. Sin ese respeto, democracia = dictadura.
A este gobierno, además de gestos, modos y formas, le respeto por “los otros”, le falta corazón, le falta sensibilidad; basta mirar a Cospedal con su índice amenazante, a Ana Mato diciendo a jubilados que ganan una pensión de miseria que “8 euros es un pequeño esfuerzo”, al bueno de Montoro cuando se ríe mientras anuncia las demoledoras cifras del paro, para ver que están lejos de la realidad. Están bajo el “síndrome 100.000 eurista” y el “mal del coche oficial”.
Esperanza Aguirre se mofa de la marcha minera; el sufrimiento y la esperanza de decenas de hombres y mujeres que marcharon a pie desde diversas comarcas de Asturias hasta Madrid, para pedir que se mantengan las ayudas a ese sector, le tiene sin cuidado. Aguirre, al borde de un ataque de risas dijo que eran "cientos" los manifestantes que acompañaron a los mineros y cuando le rectificaron y le dijeron que no, que eran miles, dijo textualmente: ¿Miles? Ahhhh, de todas formas, cualquier concejal del PP tiene que llenar 3 veces el Bernabéu con gente diferente para llegar a concejal del PP...
Así se las gasta esta "Grande de España"... y encima miente, porque ¿ Alguien recuerda en qué momento Ana Botella llenó tres veces el Bernabéu con gente distinta?
Si yo fuera Dios, le daría a Aguirre, a Cospedal, a Ana
Mato, a Montoro, a de Guindos y a todos estos "profetas de la austeridad", a esta
cofradía pepera de los recortes 425€ por
cabeza y les diría: “hijos míos, aquí tienen: lleguen con esto a final de mes”.
Pero Dios
no existe o quizás está ocupado en otros asuntos.
Esperar
que gente así se fije en el mensaje de una pancarta, en si es justo no lo que se demanda, que políticos de esta
guisa se dejen tocar el corazón por los gritos y consignas de jóvenes salen a las
calles a luchar por sus exiguas becas, por la viabilidad de sus universidades, pedir que se emocionen con la letra del himno de los mineros es pedir demasiado.
Por mi parte, el ejemplo magnífico de estas dos señoras de la tercera edad, pancarta en mano y esperando de pie, a la una de la madrugada la entrada de los mineros en Madrid, es un canto a la esperanza y un ejemplo a seguir para todos los que estamos "indignados, pero no resignados".
Por mi parte, el ejemplo magnífico de estas dos señoras de la tercera edad, pancarta en mano y esperando de pie, a la una de la madrugada la entrada de los mineros en Madrid, es un canto a la esperanza y un ejemplo a seguir para todos los que estamos "indignados, pero no resignados".
Señoras... Sois un motivo de orgullo para España y un ejemplo para toda la ciudadanía.
Muy bueno, hoy he leido a alguién, que ironicamente decía, para que queremos que los jovenes estudien y se formen si no habrá trabajo para ellos. Los mandamos de peones al campo, o a las fábricas del Norte de Europa por 500€ al mes, que vivan en barracones y que se apareen como puedan. Lo mejor será controlarles la natalidad, para tener siempre dispuesto el cupo suficiente de mano de obra de baja cualificación, obediente y decidida a comer sopa de col agría todos los días, o salchichas. Como inventar un soma para ellos sería caro, lo mas factible es repartirles, una vez hayan trabajado, 3 litros de cerveza diarios para que no piensen mucho. La "morriña" es peligrosa. Un saludo.
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