Después
de pasar 25 días en La Habana, mi ciudad, donde están la mayoría de mis seres
queridos, llegar a esta “otra” realidad es difícil, pero estar allí no lo es
menos. Mirar una ciudad tan bella prácticamente en ruinas, es algo muy difícil
de soportar si amas esas calles y amas a esas gentes. Algunos
de mis amigos y seguidores esperan que escriba algo en mi blog sobre Cuba y en
ello estoy. Les voy a hablar de algo que
me ha mortificado mucho este viaje, pero antes debo hablarles de “las barbacoas”,
algo que forma parte del vocabulario
habanero y que es muy conocido por todos los cubanos y que es responsable –al menos
en parte-, de lo que les voy a contar después.
Una “barbacoa”
en la Habana no es una parrilla donde puedes asar un poco de carne, unos buenos
chorizos, y darte un banquete de muerte. Una “barbacoa” en La Habana es una
división hecha de madera aprovechando que
muchos de los pilares de las casas coloniales eran altos. A la altura mínima para
no caminar agachado, se colocan unas vigas de madera que hacían una especie de
segundo piso que una vez forrado de madera o incluso con una pequeña placa de
concreto, duplicaba la superficie habitable intentando solucionar el crítico y
eterno problema de la vivienda en Cuba. Una pequeña escalera te conduce a ese
segundo habitáculo, que en lo único que se parece a una “barbacoa” es en el tremendo
calor que pasas cuando estás durmiendo allá arriba. Si no tienes un ventilador
a todo meter, “te asas”, y con el ventilador, “te cocinas”.
La proliferación
de esas barbacoas en prácticamente todos los edificios coloniales, en todos los
solares habaneros, o sencillamente donde quiera que la altura lo permite, es,
-en parte-, responsable de los derrumbes de muchos edificios en La Habana. Ante
la escases de vivienda, la gente horadó sin piedad cualquier pared disponible, -fuera
o no muro de carga-, para evitar el hacinamiento y poder ubicar a los hijos,
nietos, nueras y yernos mientras crecía la familia, y lo que en un primer
momento pudo haber sido una solución, se transformó a la larga en el peor
enemigo de los inquilinos de los edificios en La Habana.
Antiguas mansiones
coloniales, hoy subdivididas en decenas de pequeños cuartos, cada uno con su
correspondiente barbacoa, albergan a una parte importante de la población de La
Habana Vieja.
La ley
de la entropía se combinó trágicamente con los aguaceros tropicales, que más
que aguaceros parecen pequeños diluvios, y seguidos por un sol inmisericorde, implacable,
comenzaron a resquebrajarse pilares, paredes que ya estaban debilitadas por las
barbacoas y entonces, ante la escases de materiales de construcción sólo era
cuestión de tiempo esperar los sucesivos derrumbes…
Para mi
sorpresa, ese estado ruinoso de muchos de los edificios de La Habana Vieja se
ha convertido en una de las atracciones turísticas por excelencia; extranjeros
armados con sus cámaras réflex o digitales, Canon o Nikon y tantas otras, se
sienten atraídos por esos edificios otrora bellos, pero ahora a punto de
derrumbarse, para tomar una foto. Sin embargo, lo que más me sorprende y además,
me duele, es que muchos cubanos inviten a los turistas a sus desvencijados
solares para que tomen esas fotos de las ruinas, que son las ruinas habitadas de
sus propias casas, para que esos turistas en contrapartida, les den 1 CUC. Esa falta
de pudor, esa disposición a exhibir la propia pobreza, ese exhibicionismo impúdico,
casi pornográfico de la arquitectura ruinosa de la vivienda propia, me resulta
repugnante.
Cuando yo
vivía en Cuba, hace 22 años, esa escena que describo hubiera sido –sencillamente-,
inimaginable. Los cubanos éramos quizás el pueblo más orgulloso de este
planeta; tan orgullosos éramos que jamás
a ningún extranjero le hubiéramos permitido retratar nuestra pobreza. Nos respetábamos
tanto a nosotros mismos, teníamos tanto orgullo de nuestro país, de nuestros
valores, que si por casualidad un turista curioso hubiera osado adentrarse en
un solar para fotografiar las viviendas ajenas, le hubieran invitado inmediatamente
a marcharse, y si se hubiera resistido, o negado a irse de inmediato del cielo
le hubiera caído el gaznatón más grande del mundo, que le hubiera dado el primer
habitante del solar.
Pero
como ha dicho Rajoy, “en esta vida nada es para siempre”… y tampoco la
dignidad, ni el patriotismo soportan la prueba de la escases eterna, el test de
sobrevivir con un salario ínfimo, con el que no puedes llegar ni a principio de
mes… y en esas condiciones dejar fotografiar la propia pobreza de convirtió en
un recurso más de supervivencia…
¡Malditas
barbacoas y malditas ruinas!
Sin caer en la generalización, el pueblo cubano que he conocido a través de la literatura y de mi experiencia siempre ha sido un pueblo orgulloso de si mismo, de sus logros, de su capacidad de sobrevivir a lo peor, un pueblo muy celoso de sus propias miserias. Un pueblo solidario. El pueblo cubano gusta de la ostentación y la apariencia. Es raro que un cubano salga a la calle mal vestido aunque sólo haya desayunado agua con azúcar. Cuidan mucho su higiene a pesar de no tener medios para adquirir los productos más simples. Me llama la atención que el cubano no suela pronunciar la palabra hambre. Es también curioso que las conversaciones que se oyen en las colas de la guagua o para pagar la luz giren en torno a la comida y no a los problemas cotidianos. El cubano tiene una estrategia para enmascarar su miseria: la sonrisa. Esa sonrisa automática que pretende borrar todo el sufrimiento que padecen pero sin embargo, esa sonrisa desentona con la expresión de los ojos. El cubano te invita a visitar su casa no sin haber hecho un buen baldeo antes. Tienen una autoestima bastante alta, mucha capacidad para inventar y una inteligencia muy agudizada. Pero el pueblo cubano ha cambiado. Ha pasado de huir del extranjero a perseguirlo como única solución a sus problemas. Y eso entra en contradicción con la idiosincrasia cubana. Ahora, como dices en tu blog, la miseria también se vende.
ResponderEliminarA mi en particular lo que más me preocupa en este asunto son los ancianos que apenas cobran unos pocos pesos de pensión y deben sobrevivir vendiendo cigarrillos o chicharritas en la calle.
Con respecto a las barbacoas debo decir que son verdaderas obras de arquitectura. Imposibles construcciones dentro de una casa que permiten al cubano sobrevivir en esa Habana estremecida. He de decir que conozco bien las barbacoas cubanas en las que he vivido experiencias tan divertidas y enriquecedoras como peligrosas. Sólo espero lo que muchos: que llegue el día en el que el pueblo cubano vuelva creer en en el futuro enfrentando sus problemas en un sistema menos represivo.
Cuando estuve en Cuba hace 7 años, vivi una experiencia que nunca hubiera imaginado.Hice un recorrido desde Santiago de Cuba(a donde llegue desde Madrid) pasando por maravillosas ciudades entre ellas Trinidad,Camaguey y otras hasta La Habana.Encontre un pais con una dignidad asombrosa, luchando cada dia`por sobrevivir a las dificultades y una amabilidad que me encanto.Quise hace un viaje que no se limitara a La Habana y las zonas costeras(tambien preciosas)Quiero felicitarte por tu magnifico pais deseando que la situacion mejore cada dia.Maticastill
ResponderEliminarHabaneros vendiendo invitaciones de fotografiar el "pintoresco" deterioro de sus viviendas a touristas por 1 CUC? Esa es una que no he escuchado aún. Joder! Después del terremoto en Haití, algunos periodistas extranjeros fueron acusados de "desastre-porno" por su búsqueda de fotos de lo peor de la miseria a satisfacer el deseo de los espectadores con imágenes cada vez más magnéticos. Ahora, los residentes de La Habana Vieja están vendiendo ... "ruina-porno"? Jeh, esto hay que añadir a la lista de 189 ocupaciones permitidas por los cuentapropistas.
ResponderEliminarHola Aida,
ResponderEliminarvoy a La Habana la próxima semana, soy fotógrafo y me interesa lo que cuentas acerca de los solares y la fotografía porno de estos lugares. Me gusta fotografiar gente en su entorno y tengo un dilema acerca de fotografiar los solares.
¿Seria posible hablar contigo por teléfono?
Este es mi mail
copio@asulito.net
y mi web para que te hagas una idea :
www.raquelchicheri.com
Un saludo
Raquel