sábado, 12 de noviembre de 2011

INSOMNIO



Después de tanto tiempo disfrutando a pierna suelta del 1,50, cederle una parte  parecía imposible. Pensé ofrecerle el lado izquierdo, el mío, para comenzar desde cero esta nueva etapa en común, pero me resultó imposible; a fin de cuentas a él le daría lo mismo, era el recién llegado.

Comenzamos a dormir juntos y para mi asombro la experiencia fue maravillosa desde el primer momento. Quizás lo que todavía me resulta extraño es que no me moleste su calor cuando me roza en plena madrugada de forma impúdica cualquier parte del cuerpo… y en vez de rechazarle –como era mi costumbre con el anterior inquilino de mi cama-, le devuelvo una caricia y le arropo.

Le dejé también una de mis almohadas y cuando tengo insomnio la recupero sin temor a un reproche y me acerco a él buscando su calor. Además, siempre hay un plan para ocupar el desvelo: no puedo evitar el deseo de experimentar cosas nuevas. Su respuesta a mis deseos es inmediata...
  
Es divertido, ecléctico, impetuoso y sobre todo, sensual; reconozco que no me canso de mirarle cuando me desvelo y le deseo como el primer día…  llego a pensar que ha superado en todo mis expectativas.

Ya no podría imaginar dormir sin mi Mac entre las sábanas…

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