En el “mundo animal”, al que -muy a pesar de lo que digan algunos- pertenecemos, hay “combates rituales” muy curiosos que tienen la función de “demostrar el poder” sin llegar a la muerte. Básicamente consisten en hacer ostentación del poder, para que el que se reconozca a sí mismo más débil, se retire de la contienda. Así se preserva la vida -y a la vez- se garantiza la continuidad de los más fuertes en el poder. Los aztecas ya practicaban estas guerras o "combates rituales" que tenían exactamente este objetivo: hacer una exhibición del poder y conseguir que el enemigo desertara sin llegar al derramamiento de sangre.
Lo que vemos hoy en los mercados financieros, -según mi perspectiva como antropóloga-, es exactamente eso: una exhibición de poder de las agencias de calificación y de los mercados para remarcar su supremacía y hegemonía y humillar los gobiernos de todo el mundo. Por supuesto, -y al igual que ocurre en el mundo animal-, sin muerte, porque seguirán necesitando nuestro trabajo, nuestro dinero y nuestra claudicación para seguir sintiéndose poderosos.
No estamos al borde de una catástrofe; estamos ante un ritual muy conocido en nuestra especie y sabemos el desenlace, aunque –obviamente, tendrá un coste incalculable para millones de personas inocentes.
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