sábado, 16 de marzo de 2013

VIOLENCIA CONTRA LAS SUCURSALES BANCARIAS: de "indignados" a "vengadores".





 La violencia como experiencia cotidiana es algo que muchos hemos sufrido, incluso sin saberlo. De forma silenciosa, sin pistolas ni armas negras o blancas, la postergación, exclusión o privación de los bienes elementales para el desarrollo de una vida digna se transforman en formas de violencia ejercidas desde el trabajo, desde un ministerio o desde el gobierno contra ciudadanos indefensos. Uno de los aspectos más perversos de esta violencia simbólica, casi imperceptible, es la impunidad de la que goza, porque raramente se puede definir, denunciar y demandar. La impunidad es un elemento muy peligroso tanto para el opresor como para el oprimido, y esto es lo que considero fundamental en esta ecuación elemental de la violencia: LA IMPUNIDAD.

La impunidad es un factor esencial en todo acto de violencia: envía al opresor una señal inequívoca de que puede seguir abusando, postergando y violando y matando, porque todo quedará impune. Al oprimido este “factor impunidad” le obliga a descubrir su poder letal, a transformarse en vengador, utilizando para ello su poder de muerte: un poder que posee, pero que no utiliza porque de momento tiene otros recursos para enviar su mensaje de auxilio, de amparo, su petición de justicia…, pero ante el descaso y la impunidad de su opresor, muchas veces su única salida es el uso de la violencia legítima de defenderse usando ese poder de muerte.




Foto mía: Performance en el Banco Santander, manifestación 1 de mayo 2012.


Detalle de la performance. 1 de mayo 2012.
Lamentablemente la violencia es un medio muy eficaz de control social, un mecanismo equilibrador y también un mecanismo de defensa eficaz. Es más fácil que mates a un ser indefenso que a alguien que también puede matarte. Es más fácil que un gobierno acabe invadiendo a un país que no puede defenderse que a otro igualmente violador del derecho internacional, pero que posee armas nucleares y que puede plantarle cara. Es más fácil para tres jóvenes impresentables de clase media alta, bien vestidos, bien alimentados y que desde los 3 años han ido a la escuela, jóvenes que no han sufrido ningún tipo de privación, usar la violencia como diversión o pasatiempo… Les resulta fácil divertirse quemando a un mendigo indefenso que duerme en el cajero automático de una entidad bancaria amparándose del frío, que batirse con unos pandilleros, que les partirían hasta el último de sus huesos de niños pijos si les miraran de reojo o se acercaran a la cancha de baloncesto de uso público que ellos se apropiaron usando la violencia. Eso no lo harían, lo primero sí.


Por la misma lógica, un policía antidusturbio conociendo que prácticamente jamás será juzgado por abuso ni excesivo uso de la fuerza, saca su porra y se ceba contra un estudiante indefenso. Lastimosa y tristemente este es el mecanismo elemental de la violencia: se mata porque se puede matar, se roba porque se puede robar, y se abusa porque existe impunidad, se oprime más cuanto más asimétrica es la relación entre poderoso y oprimido.


Pasé esta semana por una entidad bancaria y vi a una decena de ancianos con sus decanos brazos levantando pancartas pidiendo que les devuelvan el dinero que ahorraron durante años de esfuerzo y privaciones. Miré sus rostros cansados, observé sus arrugas, sus manos deslucidas por el trabajo duro, sentí la desesperanza en su mirada, y sentí ganas de llorar ante este crimen silencioso cometido por los bancos contra estos ancianos que bien podrían ser mis abuelos. Una forma execrable de violencia, cruenta como la que más, y que fue ejercida desde una institución bancaria legal, apoyada y rescatada por el gobierno.


 Me pregunté entonces qué solución daría el gobierno a este tema de las “estafas de las preferentes” si esos ancianos centenares de miles de ancianos, en vez de organizarse en turnos para levantar con sus cansados brazos esas pancartas pidiendo justicia ante las entidades que les robaron, se organizaran en células violentas y explosionaran cada 24 horas una entidad bancaria -de madrugada, para evitar daños mayores-, en cualquier lugar del país y que detonaran así miles de sucursales de todas las entidades que practicaron esa violencia contra ellos…, ¿Cuánto aguantaría el gobierno? ¿Podría encausar a miles y miles de octogenarios en procesos judiciales interminables? ¡Para cuando les juzgaran muchos ya estarían muertos¡ Así que no creo que esta medida les asustara mucho a estos abuelos estafados…




Ante el caos de este infierno de sucursales ardiendo por todo el país y el impacto global que esta quema masiva de sucursales causaría en los medios de comunicación de todo el mundo, ¿El gobierno le ofrecería a estos ancianos organizados en bandas armadas una quita del 60% de su dinero y el otro 40% en “acciones mierda” de un banco malo? ¿Les pediría una tregua? ¿Enviaría a un negociador?


No puedo asegurar qué respuesta daría el gobierno, pero sí puedo asegurarles que no sufrirían el descaso y los malos tratos que reciben cada vez que salen pidiendo pacíficamente justicia. No sufrirían la impunidad que habita al indefenso.


Los políticos deberían tener un poco más de cuidado. La paciencia ciudadana ya se está agotando. Son demasiadas violencias y demasiada impunidad, y la gente comienza a pensar que estar de ‘picnic’, como burlescamente llaman algunos miembros del gobierno del PP a las manifestaciones ciudadanas pacíficas, es un poco perder el tiempo, cuando un gobierno ningunea a los ciudadanos.


Ya hay camioneros muy cabreados… y puede que dentro de muy poco tiempo, en vez de los denigrados “indignados” o “perroflautas” tengamos auténticos “vengadores” o “perros molotov”…

La violencia puede ser un mecanismo instrumental, un medio para un fin, puede ser utilizadotambién como un acto discurivo cuando las palabras no sirven para convocar a la justicia...

Si tienes a algún político o banquero como seguidor, invítale aque vea este vídeo que descubrí gracias a un tweet de mi amigo

Avisados estáis...


4 comentarios:

  1. Ya se está produciendo el paso de pacífico a vengador y estos neomierdas del gobierno se creen que la 'mayoría' les salvará pero están muy equivocados.

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  2. Muy buen entrada Aída, pero que muy buena. Puede que sólo por que la imaginación se me va con facilidad pero me recordó al levantamiento de un tracio contra Roma. El amo está ejerciendo demasiada violencia y terminará explotando la primera guerra servil de época contemporánea.

    Felicidades

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  3. Una persona que no tiene nada que perder, es una persona muy peligrosa...la forma de gestionar el poder del gobierno así como de Europa está dejando sin nada a muchos, y con mucho a muy poquitos,y como señalas, en esta situacion en que "se abusa porque existe impunidad, se oprima más cuanto más asimétrica es la relación entre poderoso y oproimido" es insostenible y si no hacen caso ante la presión ciudadana, la indignación saltará y se hará oir de alguna otra forma, ojalá y no lleguemos a eso, pero están tensando en exceso la cuerda los políticos. Saludos

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  4. Recuerdo leer un tuit en el que se animaba a sacar la basura a las puertas de los bancos y no a los contenedores. Me imaginaba la imagen, una mañana en la que en todo el país todos habían arrojado su basura a una puerta bancaria y no dudé en que esa imagen daría la vuelta al mundo.
    La situación actual es que el objeto de protesta impone a los protestantes las maneras de protestar, otro absurdo más de este sistema en el que los ciudadanos pierden cada vez más la capacidad legislativa.El que paga manda, dicen, pues no creo que sea así:mandamos todos y esa es la presión que debemos realizar. Si los bancos comenten este terrorismo financiero contra los ciudadanos es porque hemos cedido nuestra capacidad legislativa a unas empresas llamadas partidos mayoritarios que actúan, como cualquier empresa, en la búsqueda de un objetivo único, su beneficio.Y su beneficio está ligado al buen trabajo que realicen para sus clientes, los bancos o corporaciones financieras.

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