No es la primera
vez que una empresa decide utilizar la desesperación del desempleo para hacer una
oferta masiva, a través de redes sociales, para que el espectáculo de la fila interminable de desempleados optando a esos puestos de trabajo imaginarios se transforme en "publicidad
gratuita" de la empresa. En realidad la empresa sabe no dispone apenas de empleos para
realizar un llamado así, pero jugar con la desesperación de la gente puede salir rentable y no desaprovechará ese filón.
Pero siempre se puede dar un paso más. Una tienda de moda en Madrid decidió esta semana lanzar una oferta de empleo, con la novedad de que las entrevistas de trabajo se realizaban en el escaparate de
la tienda, para sorpresa y escarnio de algunos aspirantes, en su mayoría mujeres. La noticia salió a la luz este 15 de noviembre, gracias a trabajo de Analía Plaza para eldiario.es https://www.eldiario.es/economia/peonada-entrevista-aspirantes-escaparate-Madrid_0_836067358.html
Exhibir a seres
humanos como parte de un espectáculo no es nada nuevo, y los europeos en eso tienen experiencia. Países tan civilizados y
europeos como Bélgica exhibieron a hombres mujeres y niños congoleños en zoos humanos,
mientras los visitantes blancos les daban de comer y los podían acariciar como parte
de la atracción; ocurría en Bruselas, en 1958, en la Exposición Universal. Siete
de estos congoleños murieron por gripe y neumonía, y fueron enterrados en una
fosa común.
Tampoco España se
libró de esta tendencia, pero fue pionera, lo hizo mucho antes que otros países igualmente
racistas como Bélgica, exhibiendo a indígenas filipinos muy cerca del Palacio de
Cristal, en el Parque del Retiro de Madrid, entre abril y octubre de 1887.
Francia tampoco se quedó atrás: en 1907 un zoo humano exponía a representantes de todos los territorios colonizados por Francia, al sur de París, en
el “Jardín de agronomía tropical”. Así Francia mostraba al mundo el éxito de sus misiones coloniales y sus descubrimientos exóticos.
Todas
estas exposiciones fueron muy populares en Europa y la cantidad de visitantes
que recibieron así lo atestiguan.
En la actualidad,
la exposición en las famosas vitrinas del Barrio Rojo de Ámsterdam, de las mujeres
que se prostituyen es considerado otro espectáculo turístico, una atracción para los visitantes; eso sí, las mujeres tras las
vitrinas tienen “todos sus derechos” como prostitutas, de modo que, en vez de
un oprobio, es el ejemplo de cómo una sociedad tan civilizada y pulcra como la
holandesa puede debe tratar a sus "putas".
Entonces, ¿Qué
más da entrevistar a mujeres y hombres que buscan desesperadamente un empleo
detrás de una vitrina y transformar este proceso de selección en una atracción
para los viandantes y a la vez publicidad para la tienda? ¿Quién dijo que el
capitalismo tiene algún tipo de escrúpulo, siempre y cuando se pueda obtener
alguna ganancia?
Es más, esta
modalidad de selección se transforma con toda coherencia en una especie de
ritual de entrada al mundo del empleo precario y degradante para el trabajador,
que voluntariamente se somete a esta ignominia para disputar un puesto de
trabajo, a quienes están afuera, bajo la lluvia, esperando su turno. Después de
este “ritual de bienvenida” el
trabajador ya sabe lo que le espera en la empresa, ya entra familiarizándose
con humillaciones futuras que recibirá, de modo que cuando por algún exceso de
la empresa le entre un ataque de dignidad laboral y proteste, la empresa podrá
recordarle que “lo tuvo en vitrina”, y podrá decirle que a qué viene tanto tiquismiquis
ahora, que se vaya, si quiere, que al igual que el primer día, hay gente afuera
deseando ocupar su lugar.
El capitalismo ya
no puede vender en Europa zoos humanos de cuerpos considerados exóticos, porque
sería algo “demasiado racista” incluso para países que tuvieron este pasado racista
deplorable, pero no perderá la oportunidad de lucrarse de la desesperación de
los desempleados de cualquier color; no está dispuesto a respetar tampoco a los
europeos, a pesar de su blancura.