En una de las largas temporadas que he pasado en Brasil escuché a algunos amigos míos decir -cuando hablábamos de políticos- que “cada pueblo tiene los dirigentes políticos que
merece”.
Al
principio esta locución me resultó bastante dura, incluso injusta, ya que viendo lo que hay –según
qué país se mire-, parecería que cada horneada de dirigentes políticos es una
especie posmoderna de "las 7 plagas de Egipto", que llega para socavar todavía más la moral de la población hasta hacerla claudicar.
Si diéramos por bueno el contenido de esta
sentencia y la aplicáramos a nuestro caso, algún pecado muy grave hemos cometido para
tener a un Ministro como Montoro, que se ríe cada vez que anuncia recortes y
nos dice en plena cara “que los sueldos en España están subiendo”, mientras la
gente ve cómo año a año le bajan el sueldo hasta la indignidad. Algo muy, pero
muy mal debemos estar haciendo si nos merecemos a un presidente que pasa
olímpicamente de dar explicaciones sobre sobres llenos de billetes de 500 euros
que iban de un despacho a otro de Génova 13 y de ahí a cuentas en Suiza. Algo
debemos de estar haciendo fatal, cuando millones de euros destinados a atenuar
la sangría de ERES de empresas andaluzas acabaron en prostíbulos, cocaína y
cuentas bancarias de dirigentes políticos, sindicalistas y familiares de estas
y otras malas hierbas, mientras los políticos ‘bienpagaos’, cuya responsabilidad
era vigilar el destino de esas sumas millonarias, estaban demasiado ocupados
como para saber hacia dónde iban esos fondos.
Supongo que los ciudadanos noruegos o
finlandeses no sufren estas ‘plagas’ de políticos ociosos, corruptos e
insensibles, porque deben merecer algo mejor, o deben pensar de otra manera...
Supongo igualmente que cuando los ciudadanos admiten la
corrupción como algo natural y financian con sus impuestos y votos gustosamente a políticos que se ríen en sus caras de sus miserias mientras ellos viven vidas de lujo, algo anda muy mal en la conciencia colectiva... Resulta complicado suponer que tales políticos, acostumbrados a no rendir cuentas, dejen de robar, mentir, ningunear a los ciudadanos y que bajo el efecto de alguna sustancia extraña pasen a actuar de forma honrada y responsable, sin más...
La virtud de la democracia consiste en que todo esto sucede bajo la expresa autorización de los ciudadanos, sin coacción ni violencia, quienes renuevan cada 4 años su lista de corruptos predilectos, de izquierda o derecha, en una especie de festín caníbal donde las reservas de dignidad, respeto y cualquier beneficio social que permitió crear algo de grasa y músculo son devorados hasta dejar al ciudadano en los huesos...
Corrupción política + conformismo irracional de los votantes = lo que nos merecemos.
Querida Aida, tu post se une y es uno mas de los que se han dado cuenta, mas bien tarde que pronto, no se si es tu caso. Personalmente la desconfianza en los políticos me surgió desde cuando un presidente mas charlatán que el honorable Cantinflas utilizaba aquello de la ambigüedad calculada, p.ej. OTAN, de entrada NO, para pedir el SI. Los que vinieron a continuacion fueron una mejorada perversion del método. No, no nos merecemos a todos estos Pinochones y no creo que hayas tenido que enterarte en Brasil, pero eso es indiferente. Si no queremos seguir retrasando las decisiones y ser ejemplo para futuras generaciones, debemos tumbar el sistema político que se ha apoderado de nuestros votos y ya, cuanto haces, crear un nuevo estado. Es posible, solo tenemos que desearlo con fuerza. Abrazos abrazados en la causa y no mas llantos.
ResponderEliminarUna vez más, las políticas del miedo, han hecho efecto en la ciudadanía.
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